Había una vez un gran guerrero que asolaba las villas y comarcas de los pobres. Poseía una espada hermosa y fuerte que le permitía enfrentarse ante cualquier enemigo que hubiese a su alrededor. Todos admiraban el enorme poder de este cruel guerrero.
Un día, mientras saqueaba una aldea, entró en la casa de un monje, un simple anciano de mucha edad que estaba meditando tranquilo mientras oía los gritos de la gente que huía horrorizada.
El guerrero al verlo inmóvil e imperturbable, sacó su espada y blandiéndola con agilidad y destreza la acercó al cuello del anciano.
“¿Es que no me temes? ¡Has de saber que esta espada múltiples vidas se ha cobrado! Arrodíllate y suplica ante el gran poder que poseo.”
El monje, tranquilo, abriendo un solo ojo lo miró y contesto con una dulce voz: “Mi señor, sin duda que su poder es enorme, sin embargo quisiera una demostración de su poder, para que antes de entregar mi vida al menos contemple los prodigios de su arma. ¿Podrías partir en dos esa manzana con tu poderosa espada?”
El guerrero de inmediato alzó una manzana y la arrojó al aire, sus movimientos fueron veloces y casi imperceptibles. La manzana cayó en cuatro trozos todos iguales entre sí.
El viejo monje al ver la obra de su atacante dijo: “Muy bien señor, es cierto lo que dicen por ahí acerca de su espada y sus destreza, sin embrago, para apreciar su poder, me gustaría pedirle otro favor. ¿Podría usted devolver esa manzana a su estado original?”
“¿Qué quieres decir viejo loco? ¡Eso es algo imposible!”.
“Entonces mi señor, usted no es tan poderoso como dice. Quitar una vida es fácil, cualquiera puede hacerlo, pero crearla eso sí es tener verdadero poder”
Y así el viejo monje cerró sus ojos y siguió meditando, mientras que el antes gallardo guerrero bajaba su espada y se retiraba humillado ante alguien más poderoso que él.
El verdadero poder está en dar vida, no en quitarla. Es fácil agraviar, insultar y devolver el golpe. Lo difícil es llegar a acuerdos, respetar al otro y competir de tal forma en que todos ganemos. Quizás en lo sencillo, y no en la ostentación, se encuentre el verdadero poder.
UNA HISTORIA MUY GUAPA. ¿DE DÓNDE LA HAS SACADO?
ResponderEliminarFue hace dos años. Es largo de contar... Pero fue la "historia" la que me encontró a mí un día que lo necesitaba. Desde entonces, la tengo como lema en mi Hotmail y en mi vida. Ya te contaré hermanito... El verdadero poder está en dar vida, no en quitarla.
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