Una
soleada y calurosa mañana del mes de julio en Sevilla, una guapa gitana que vendía ramitas de romero a la salida de la Catedral a todos los
turistas, conoció a un apuesto y famoso arquitecto de alta sociedad
de este país. Mario, que así se llamaba este arquitecto, salía de
visitar dicho monumento de nuestra maravillosa ciudad. Serían
aproximadamente las doce del mediodía cuando este señor en compañía
de otros colegas de trabajo, aparecieron por la llamada "Puerta de Palos" de
esta catedral, admirados por la visita y comentando la magnificencia
del Templo, cuando la gitana, que se encontraba justo en el dintel de la puerta
se dirigió hacía él, no sabemos si para “venderle” una ramita
de romero o para ver al guapo y elegante señor mas de cerca para
poder coquetear un poco con él.
El caso
es que Mario al ver a la gitana, se enamoró perdidamente de esta y
después de charlar un rato con ella, la convenció para que se fuera
a vivir con él a su mansión en la moraleja en Madrid y se apartara
de la vida de pena y miseria que llevaba hasta aquél entonces. La
verdad es que a la gitana no le hizo falta mucho palique para
convencerla, así que rápidamente acepto el ofrecimiento del apuesto
arquitecto y se fue a vivir con él a la capital.
Tan bien
les iban las cosas, que a las pocas semanas de vivir juntos, la
parejita se casó. La gitana estaba que no cabía en si de gozo y no
paraba de hacer viajes y descubrir cosas nuevas para ella. Estaba
realmente muy feliz.
Casi sin
darse apenas cuenta, llegó de nuevo el verano y la enamorada pareja
fue invitada a la tradicional gala Starlite en Marbella, para dar la
bienvenida a tan esperada estación del año para todos los personajes famosos de este país.
Fiestas donde pueden desplegar todo su glamour y hacer ostentación
de su altísima posición social. En fin,
el caso es que la gitana estaba muy preocupada por la invitación a
tal evento, pues no sabía si estaría a la altura de las
circunstancias, ni sabía que ponerse, ni como actuar, ni nada de
nada. El caso que se sentía aterrada ante esta invitación.
El
arquitecto le dijo que no se preocupara por nada, pues él confiaba
en ella y estaba seguro de que no la defraudaría. Mario le dio, no obstante, el
siguiente consejo:
-Tú
ten siempre una copa de champán en la mano, pero no te la bebas,
sonríe a todo el mundo y no hables demasiado de tu vida personal. Si
sigues este consejo, todo irá sobre ruedas y
disfrutarás de una bonita velada cariño, ya lo verás.
La gitana
después de hablar con su amado, se quedó mucho más tranquila y
empezó a tener ganas de que llegara la tan esperada fiesta de
bienvenida al verano.
Llegó el
día y de camino hacía hotel donde se celebraría el evento, Mario
le volvió a recordar a la gitana el consejo que en su día le
dio.
-Ya
sabes, copa de champán, sonrisa y de tu vida personal, lo más
calladita posible, vale cariño?
Ella
asintió y se internaron en la fiesta por la puerta principal, aun
con un poquito de nervios pero muy contenta, agarrada del fornido
brazo de su arquitecto y orgullosa de su nueva vida.
Nada mas
entrar, el hombre empezó a saludar a colegas y amigos, charlando con
ellos de sus cosas. El arquitecto aconsejo a su gitana, que buscara
un grupo de señoras e hiciera lo mismo que él mientras los señores
hablaban de sus negocios, diciéndole que luego un poco más tarde iría
a buscarla.
La
gitana, presta y decidida hizo caso a su marido y se internó en un
nutrido grupo de guapas damiselas que estaban charlando en el jardín,
en un ambientado corrillo. Allí tuvo lugar el siguiente dialogo:
-Pues yo esta misma mañana- decía Melany Griffith, la mujer de Antonio Banderas- recién llegados de América en nuestro jet privado, hemos pasado por nuestra mansión aquí en Marbella y claro, resulta que todos los vestidos que tengo aquí, pues ninguno me parecía apropiado para esta fiesta, así que le he dicho a Antonio que podríamos ir a comprar uno nuevo a la tienda de Versace y mirad el modelito que me ha regalado mi marido. - dijo Melany mientras daba una vuelta sobre si misma para que todas pudieran admirar tan estupendo vestido.
-¡Que bonito!, - decían unas asombradas por el vestido.
-¡Que pedazo de marido!, - decían otras, con un poquito de envidia.
-¡Que tela más suave y preciosa!, ¿Será de seda, verdad? -preguntaba una de ellas.
-Gracias, gracias - contestó Melany - Y tú ¿no me dices nada?- le preguntó a nuestra gitana, que se había quedado callada con la copa de champán en la mano, pero que ya la tenía vacía.
-Pues yo esta misma mañana- decía Melany Griffith, la mujer de Antonio Banderas- recién llegados de América en nuestro jet privado, hemos pasado por nuestra mansión aquí en Marbella y claro, resulta que todos los vestidos que tengo aquí, pues ninguno me parecía apropiado para esta fiesta, así que le he dicho a Antonio que podríamos ir a comprar uno nuevo a la tienda de Versace y mirad el modelito que me ha regalado mi marido. - dijo Melany mientras daba una vuelta sobre si misma para que todas pudieran admirar tan estupendo vestido.
-¡Que bonito!, - decían unas asombradas por el vestido.
-¡Que pedazo de marido!, - decían otras, con un poquito de envidia.
-¡Que tela más suave y preciosa!, ¿Será de seda, verdad? -preguntaba una de ellas.
-Gracias, gracias - contestó Melany - Y tú ¿no me dices nada?- le preguntó a nuestra gitana, que se había quedado callada con la copa de champán en la mano, pero que ya la tenía vacía.
Todas
volvieron la mirada hacía la gitana, esperando el comentario de
esta, la cual después de unos segundos de duda, dijo:
-¡Maravilloso, maravilloso!. - Y todas las
señoras empezaron a aplaudir, sonriendo y bebiendo de sus copas.
-Pues yo, - dijo Paloma O´Shea, señora de Emilio botín, a la vez que todas la escuchaban atentamente volviendo la mirada hacía la nueva interlocutora,- ayer mismo estábamos jugando al golf en Sotogrande, cuando sin darnos cuenta se nos hizo un poco tarde y tubo que venir a por nosotros Alvaro, nuestro piloto particular con el helicóptero a recogernos y nos dejó justo en el helipuerto de la azotea de este hotel. Mirad chicas, que con tanta prisa se nos olvidaron las maletas en el campo de golf y esta misma mañana hemos salido de compras y claro aprovechando que ayer fue nuestro feliz aniversario, mirad que anillo de diamantes mas bonito me ha regalado Emilio, - dijo mientras extendía orgullosa su mano derecha para que todas pudieran admirar el pedazo de pedrusco que lucia en su dedo anular.
-¡Que barbaridad chica, que divinidad! - decían unas.
-¡Que fuerte!, - decían otras, asombradas por el tamaño del diamante.
-¡Que preciosidad, como brilla, que bonito es!- le decían la mayoría.
Todas le hicieron un cumplido, mientras nuestra gitana se metía otra copita de champán entre pecho y espalda, y permanecía calladita.
-Y a ti, ¿no te gusta mi anillo?, -le preguntó la señora de Emilio a la gitana, mientras todas se callaban y volvían de nuevo la mirada hacía ella, expectantes ante su comentario.
Después de unos segundos interminables, y pensando muy bien lo que debía decir para no meter la pata, dijo finalmente...
-Pues yo, - dijo Paloma O´Shea, señora de Emilio botín, a la vez que todas la escuchaban atentamente volviendo la mirada hacía la nueva interlocutora,- ayer mismo estábamos jugando al golf en Sotogrande, cuando sin darnos cuenta se nos hizo un poco tarde y tubo que venir a por nosotros Alvaro, nuestro piloto particular con el helicóptero a recogernos y nos dejó justo en el helipuerto de la azotea de este hotel. Mirad chicas, que con tanta prisa se nos olvidaron las maletas en el campo de golf y esta misma mañana hemos salido de compras y claro aprovechando que ayer fue nuestro feliz aniversario, mirad que anillo de diamantes mas bonito me ha regalado Emilio, - dijo mientras extendía orgullosa su mano derecha para que todas pudieran admirar el pedazo de pedrusco que lucia en su dedo anular.
-¡Que barbaridad chica, que divinidad! - decían unas.
-¡Que fuerte!, - decían otras, asombradas por el tamaño del diamante.
-¡Que preciosidad, como brilla, que bonito es!- le decían la mayoría.
Todas le hicieron un cumplido, mientras nuestra gitana se metía otra copita de champán entre pecho y espalda, y permanecía calladita.
-Y a ti, ¿no te gusta mi anillo?, -le preguntó la señora de Emilio a la gitana, mientras todas se callaban y volvían de nuevo la mirada hacía ella, expectantes ante su comentario.
Después de unos segundos interminables, y pensando muy bien lo que debía decir para no meter la pata, dijo finalmente...
-¡Maravilloso.
Maravilloso!. - Y todas las señoras aplaudieron y rieron,
mientras daban un sorbito a sus copas.
Así
fueron contando una detrás de otra, todas las señoras allí
presentes, lo que sus “estupendos” mariditos les habían regalado
para ese día tan especial, exagerando un poco para así parecer más
“divina de la muerte” que ninguna. Hasta que llegó le llegó el
turno a nuestra protagonista, la cual después de mucho insistirle
todas las señoras para que contara lo que le había regalado su marido,
finalmente y después de pegarse otro lingotazo de champán, terminó
accediendo a contar su historia. Esto fue lo que escucharon todas las señoras que allí se encontranban:
-Pues yo me llamo Vicenta, soy gitana y estoy casada desde hace 10 meses con Mario, director gerente de una compañía Alemana líder en el sector de la investigación y arquitecto de profesión. Nos conocimos en Sevilla, pues yo antes vendía ramitas de romero en una de las puertas de la catedral de esa preciosa ciudad. Fue vernos y enamorarnos al momento, vamos lo que se dice un auténtico flechazo...
-Pues yo me llamo Vicenta, soy gitana y estoy casada desde hace 10 meses con Mario, director gerente de una compañía Alemana líder en el sector de la investigación y arquitecto de profesión. Nos conocimos en Sevilla, pues yo antes vendía ramitas de romero en una de las puertas de la catedral de esa preciosa ciudad. Fue vernos y enamorarnos al momento, vamos lo que se dice un auténtico flechazo...
Todas se
quedaron boquiabiertas escuchando la historia de la gitana. Unas no
se lo podían creer, otras querían saber mas detalles, pero todas sin excepción, estaban locas por saber que es lo que le había regalado el apuesto
Mario para asistir a tan distinguida gala. Vicenta les contestó alegremente:
-El mejor regalo que me ha hecho Mario desde que nos conocimos, que han sido muchos y muy bonitos, ha sido ponerme un profesor particular para que me diese clases de dicción.
-¿Clases de que? ¿de dicción? ¿y eso que es?- quisieron saber todas.
-Pues clases para saber hablar y pronunciar correctamente todas las palabras de nuestra lengua - les explicó amablemente la gitana.
-¡Ahhh! - contestaron las señoras, muy interesadas. - ¿Y nos puedes poner algún ejemplo de lo que has aprendido?
-Pues claro. - accedió Vicenta. - Mirad, yo antes decía: “Un kilo de malacatones” y ahora digo, “Un kilo de melocotones” - dijo Vicenta pronunciando con mucha elegancia cada sílaba de la palabra melocotones.
-¡Ohhh, que bien pronuncias chica, que barbaridad ! - dijeron las señoras - ¿Y que mas, que mas has aprendido?
-Pues antes decía, “Me voy en la fogoneta” y ahora digo, “Me voy en la furgoneta”.
-¿Y que más, y que más? - gritaron todas como locas.
-Pues mirad, antes decía ¡Me suda to er coño! y ahora digo:
-El mejor regalo que me ha hecho Mario desde que nos conocimos, que han sido muchos y muy bonitos, ha sido ponerme un profesor particular para que me diese clases de dicción.
-¿Clases de que? ¿de dicción? ¿y eso que es?- quisieron saber todas.
-Pues clases para saber hablar y pronunciar correctamente todas las palabras de nuestra lengua - les explicó amablemente la gitana.
-¡Ahhh! - contestaron las señoras, muy interesadas. - ¿Y nos puedes poner algún ejemplo de lo que has aprendido?
-Pues claro. - accedió Vicenta. - Mirad, yo antes decía: “Un kilo de malacatones” y ahora digo, “Un kilo de melocotones” - dijo Vicenta pronunciando con mucha elegancia cada sílaba de la palabra melocotones.
-¡Ohhh, que bien pronuncias chica, que barbaridad ! - dijeron las señoras - ¿Y que mas, que mas has aprendido?
-Pues antes decía, “Me voy en la fogoneta” y ahora digo, “Me voy en la furgoneta”.
-¿Y que más, y que más? - gritaron todas como locas.
-Pues mirad, antes decía ¡Me suda to er coño! y ahora digo:
-¡Maravilloso,
maravilloso!
Moraleja:
Intenta ser
siempre sincero y honesto con los demás y sobre todo contigo mismo. Pero ten
cuidado, pues no es lo mismo ser sincero, que ser grosero. Di siempre la
verdad, pero dila con respeto y educación, sin herir nunca el amor propio de
las personas ni el de los animales. Respétalos a todos, porque todos tienen
sentimientos.
Ese es el camino que seguro te llevará a
disfrutar de todo y con todos.
Francisco Rodríguez.
preciosa la historia y muy buena para seguir su ejemplo
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