Cuando quise darme cuenta la batalla ya había empezado. Nadie me avisó, simplemente me encontré inmerso en ella sin saber ni tan siquiera cuanto tiempo llevaba allí ni de contra quién me estaba defendiendo.
Intenté no perder el control y analizar fríamente la situación. Mi primera intención fue salir de allí rápidamente, no huir, solo salir de allí y evitar el enfrentamiento. Para eso me habían entrenado, para evitar siempre la confrontación directa, cosa que solo haría en casos de extrema necesidad. Pero no salí de allí ni evité el enfrentamiento, de hecho me metí de lleno en la pelea, esquivando todos los golpes que podía a la vez que intentaba descubrir a mi adversario para atacarle yo también. No conseguí ninguna de las dos cosas, y lo único que notaba era que cada vez eran más duros los golpes y más seguidos. Quise que alguien hiciera sonar la campana y terminar de una vez este asalto y con el la pelea... pero la campana no llegó nunca a sonar y la pelea continuaba a la vez que aumentaba mi ansiedad y con ella mi descontrol absoluto de la situación.
Empecé a ser consciente del peligro y el temor se hizo un hueco en mis sentimientos. Al principio era un huequecito apenas imperceptible, luego... luego se apoderó de todo el espacio disponible.
Perdí en un abrir y cerrar de ojos, la que hasta entonces consideraba mi principal arma. Empece a perder la Confianza y el Respeto por mi mismo. Parecían despedirse al unísono de mi mente con demasiada celeridad. Me sentí solo, triste y desconsolado...
Por fin la lucha terminó y tuve que admitir la derrota, abatido, exhausto y humillado. Lo peor de todo, fue darme cuenta al final, que contra quien estaba peleando era contra mi mismo.
No comprendía nada, estaba muy confuso y me sentía vulnerable. Todos intentaron ayudarme durante todo el tiempo que duro la batalla, pero no quise su ayuda hasta que ya fue demasiado tarde. A partir de ahora, solo yo podría resolver esta situación...
Había entrado en una pelea sin quererlo ni buscarlo, me habían vapuleado y llevado de un sitio a otro como si fuese un muñeco de trapo, todo para finalmente darme cuenta y ser plenamente consciente de que la persona que me hizo todo esto fui yo mismo.
Tremenda lección la que aprendí, con la Vida de testigo y muchos, demasiados para mi gusto, compañeros de reparto en este desagradable pero necesario episodio en el cual yo era el actor principal.
La Vida, mientras es Vida, siempre te da una nueva oportunidad... y yo esta vez no estoy dispuesto a desperdiciarla. He salido de esta batalla derrotado y vencedor a la vez, una extraña combinación, pero con nuevas y mejores armas, nuevos retos por conquistar y sobre todo con nuevas y renovadas ganas de seguir avanzando por mi Camino...
Todo aquel que me quiera acompañar en este paseo, debe saber que tendrá un lugar Siempre a mi lado, no delante ni detrás, ni por encima ni por debajo... simplemente a mi lado.
¿Quieres acompañarme de nuevo, Cari? Para mi sería un Honor y una inmensa Alegría, tanto o más como el hecho de haberme dado cuenta, que tengo la suerte de tener a mi lado a la que para mi es la Mejor Mujer del Mundo!